Es el rey de nuestra comarca, el que hace las delicias de locales y visitantes. Hablamos del melocotón de Calanda, una fruta única cargada de sabor, con una textura firme y carnosa, y repleta de propiedades beneficiosas para nuestra salud. ¿Te apetece saber más acerca de esta deliciosa fruta y descubrir el verdadero secreto de su sabor?
Te aseguramos que cuando concluyas el artículo vas a desear probar este manjar, pero tranquilo porque te vamos a decir dónde puedes comprarlo y, lo mejor, sin moverte del sofá.
El melocotón de Calanda posee cinco características que lo definen: un sabor dulce, una textura carnosa, un aroma afrutado singular, una tonalidad amarilla que llama la atención y un calibre (diámetro o circunferencia) superior a los 73 mm.
Dicen de él que es el mejor melocotón del mundo y, la verdad, no vamos a contradecir esta afirmación. Como productores y comercializadores de melocotón de Calanda, sabemos que estamos ante una fruta de calidad excepcional, capaz de conquistar al paladar más exigente.
En Calanda llevamos cultivando el melocotón desde hace décadas. Se trata de un cultivo centenario que hemos ido perfeccionando con el paso de los años y cuya producción se intensificó a mediados del siglo XX con la expansión de la industrialización del campo y el inicio del embolsado.
Existen más de 2.000 variedades de melocotón en todo el planeta, pero no todas pueden lucir la etiqueta “melocotón de Calanda D. O.”. La Denominación de Origen está reservada a la variedad autóctona conocida como “amarillo tardío” y sus clones bautizados como Calante, Evaisa y Jesca.
Hasta el momento, ninguna otra variedad ha logrado alzarse con la fama que tiene actualmente el melocotón de Calanda. Y buena parte del mérito de este éxito se debe a que en su cultivo se emplea una técnica singular: el embolsado. Vamos a verla.
Ya te lo hemos adelantado en el apartado anterior, el verdadero secreto del sabor, el aroma, la textura, el tamaño y el color del melocotón de Calanda —aquí conocido como presco—, es el embolsado.
Se trata de una técnica de cultivo manual consistente en proteger el fruto mediante la colocación de una bolsa de papel parafinado translúcida y transparente a su alrededor mediante una grapa mientras está madurando en el árbol.
Y sí, has leído bien. Los melocotones de Calanda se embolsan a mano, uno por uno. Se trata de un proceso laborioso que requiere de una gran destreza, concentración y agilidad por parte del embolsador.
Además, se realiza durante la época estival, en los meses de junio, julio y agosto, con lo que el agricultor debe hacer frente a largas jornadas al sol para conseguir que el melocotón esté a punto en el momento de la recolecta.
En realidad, podríamos considerar el embolsado casi un arte, que algunos llegan a dominar colocando hasta 7.000 bolsas en una única jornada en el campo. ¿Te imaginas? Seguro que ahora que eres consciente del esfuerzo de esta técnica, puedes valorar más el sabor del melocotón calandino.
¿Cuál es el objetivo de embolsar el melocotón? Muy sencillo. Evitar que las plagas ataquen la fruta y que los productos fitosanitarios entren en contacto directo con el melocotón. Por este motivo, es importante que el fruto quede correctamente embolsado para evitar que sufra desperfectos.
Así, gracias a la técnica del embolsado conseguimos que el melocotón madure de forma uniforme y natural, y adquiera ese característico color amarillo, esa textura aterciopelada y ese sabor y aroma inconfundibles.
El origen del embolsado se remonta a principios del siglo XX cuando los agricultores calandinos tuvieron que enfrentarse a una plaga protagonizada por la mosca mediterránea (ceratitis capitata) que mermaba la cosecha e impedía la expansión del cultivo.
La solución vino de la mano del médico Pablo Gasque y el farmacéutico de la localidad Manuel Albesa. Ambos propusieron el uso de botellines cazamoscas en cuyo interior se depositaba atrayente y que colgaron de los melocotoneros con la ayuda de obreros de la zona. Este método logró paliar la plaga de la mosca, pero no exterminarla, y con la llegada de la Guerra Civil estos avances se dejaron perder.
Calanda tuvo que esperar hasta comienzos de los años 50 para ver una solución eficaz contra la plaga de la mosca. Esta vino de la mano de los hermanos Juan y Francisco Celma, fruteros calandinos que, cansados de ver las graves pérdidas de cosecha ante la plaga, decidieron recurrir a una técnica que ya se venía trabajando en otras frutas en tierras valencianas.
Desde allí trajeron a cinco especialistas que, de la mano de cinco jóvenes calandinas, embolsaron los primeros melocotones de Calanda. Lo hicieron provistos de bolsas de papel y cuerda de esparto. Corría el verano de 1953 y aquel año el ataque de la mosca fue menos agresivo.
No obstante, los hermanos Celma no reblaron en su empeño y un año después retomaron de nuevo la técnica del embolsado en su cosecha de melocotones. Y esta vez, sí lograron marcar la diferencia. Fue un año virulento para la plaga, que afectó a toda la cosecha salvo a la que había sido embolsada. La sorpresa fue mayúscula cuando al retirar las bolsas, comprobaron que el fruto tenía un color más dorado y un tacto aterciopelado sin pelusilla y, además, la piel del melocotón estaba limpia, libre de polvo y sin manchas.
Los grandes éxitos del embolsado fueron motivo más que suficiente para convencer a los agricultores, primero de Calanda y después de los alrededores, que fueron introduciendo la técnica en el cultivo del melocotón. Hoy en día en pleno siglo XXI, en Calanda se colocan más de 250 millones de bolsas de papel.
Sin embargo, antes de comenzar la temporada de embolsado es necesario llevar a cabo otras tareas importantes como la poda, que se realiza durante el mes de noviembre y continúa durante el invierno hasta llegar la primavera.
También resulta fundamental la tarea de aclareo que comienza hacia el mes de mayo. Aclarear implica retirar el exceso de melocotones del árbol (hablamos de casi el 70 % de ellos), de tal forma que los frutos que permanezcan lo hagan a unos 20 centímetros de distancia.
¿Qué conseguimos con el aclareo? Asegurar que la fruta alcance el tamaño (calibre) ideal para convertirse en un auténtico melocotón de Calanda.
Los melocotones de Calanda se recogen a partir de mediados del mes de septiembre y la recolección se prolonga hasta noviembre. Es entonces cuando el fruto está en el punto óptimo de maduración y es el momento de recolectarlos, procesarlos en el almacén y llevarlos hasta el consumidor. Si bien es cierto que algunas variedades más tempranas se pueden empezar a recolectar a mitad de julio.
Este proceso, al igual que los de poda, aclareo y embolsado, requieren de un cuidado especial para lograr que el fruto llegue en perfectas condiciones hasta el mercado durante la temporada del melocotón. Una vez que el melocotón llega hasta el almacén, los operarios retiran las bolsas de papel parafinado, limpian los frutos, los seleccionan y envasan con su correcto etiquetado.
El cultivo del melocotón se ha convertido en uno de los grandes motores económicos de Calanda, cuyos agricultores y sus familias viven de este tesoro que la tierra nos ha legado y que continúan cuidando de forma artesana con todo el mimo del mundo.
El melocotón de Calanda está repleto de propiedades beneficiosas para la salud. Partiendo de que se trata de una fruta y de que éstas conforman la base de la pirámide nutricional de la Dieta Mediterránea, podemos tener la tranquilidad de que consumiendo melocotón nos estamos alimentando de una forma sana y natural.
El melocotón de Calanda es ligero en calorías (unas 39 Kcal. por cada 100 gramos de fruta). Además, es rico en fibra y agua. Por lo tanto, es un alimento apto para todo tipo de dietas. Además, es genial para los más pequeños por su sabor dulce y textura agradable.
Asimismo, es una fruta con múltiples vitaminas que ayuda al correcto funcionamiento de nuestro organismo y refuerza el sistema inmunitario. Entre ellas destacan las vitaminas A, C, B1, B2 y B3.
Los minerales como el calcio, el hierro, el magnesio o el fósforo también están presentes en esta deliciosa fruta que te ayudará a retrasar el envejecimiento por su rico contenido en antioxidantes naturales como son los carotenos o el ácido málico —que su nombre no te engañe ya que es un gran aliado de tu corazón y tu piel—.
Más allá de los beneficios a nivel físico de comer melocotón se encuentra el auténtico placer que supone para el paladar. Se trata de una fruta dulce en su justa medida, tersa y sabrosa que da gusto comer a cualquier hora.
El melocotón de Calanda se consume habitualmente al natural. Puedes comerlo sin piel o con ella, previamente lavada. Pero esta no es la única forma de catar esta genuina fruta calandina. También puedes comer melocotón de Calanda en su dulce almíbar, en forma de mermelada o como orejón (se trata de una receta tradicional de Calanda consistente en deshidratar o desecar el melocotón).
Una rica opción que puedes conseguir en nuestra tienda es el melocotón con vino, si no lo has hecho ya te recomendamos probarlo porque es una delicia.
Los mejores melocotones de España, los de Calanda, los puedes comprar sin salir de casa a través del canal online. Y nosotros, como productores y fruteros que somos del melocotón de Calanda, entendemos la necesidad que hay por adquirir este producto fuera de las fronteras de nuestra localidad.
Por este motivo, comercializamos este fruto por Internet. Puedes hacer tu pedido una vez que se inicie la temporada del melocotón y te lo haremos llegar al domicilio que nos indique en un plazo de 24/48 horas.
Si tienes dudas del precio que tiene el melocotón de Calanda, para que te hagas una idea te diremos que una caja de 18 unidades (5 kilos aproximadamente) puede rondar los 12 euros.
Ya no tienes excusa para poner este manjar de la tierra calandina en tu mesa. Y tú, ¿ya has probado el melocotón de Calanda?